¿Cómo superar los fracasos que hemos tenido en pruebas y competiciones?. Esta es una pregunta frecuente que me surge cada vez que alguno de mis deportistas, por el motivo que sea, no han podido conseguir el reto o la prueba que hemos preparado.
Empieza a crecer una semilla de miedos, frustraciones e inseguridades, que hace mucho más difícil afrontar el siguiente reto. En algunas ocasiones, por diferentes circunstancias, nervios, lesiones, accidentes o simplemente porque no era el día, no conseguimos pasar la prueba, competición o incluso la oposición que hemos preparado durante meses.
Me he encontrado, en algunos deportistas, que desde ese instante crece una estela de inseguridad al rededor y se mete dentro de nuestra cabeza la idea de: "no voy a ser capaz" que aunque de una forma totalmente irreal, puede provocar que volvamos a fracasar.
Hacemos los entrenamientos de maravilla (claro tengo que apretar más para no volver a fracasar), las pruebas o pre-test de competición, perfectas, pero llega la hora de volver a ponerse el dorsal y un temblor entra por las piernas y no nos deja demostrar todo el trabajo realizado.
Pues bien, como siempre Marisa, nuestra psicóloga deportiva, nos da las claves para afrontar esta situación, que en la mayoría de casos, afecta exclusivamente a nuestra cabeza y que no tiene nada que ver con la realidad física que hemos entrenado adecuadamente. Lo dicho espero que sea de mucha utilidad. Un saludo y aquí tenéis el artículo.
AUTOCONFIANZA
¿Cómo recuperar la confianza después de una lesión? ¿Cómo
afrontar los miedos que me crea una competición en la que fracasé el año
pasado?
En estos casos, el primer paso -y el más importante- es la
ACEPTACIÓN de la situación, de la incomodidad y los miedos que sentimos.
¿Por qué digo esto? Porque tendemos a sobreactuar o a bloquearnos
según la personalidad de cada uno. Sin embargo, entre los deportistas hay una
tendencia a lo primero, ya que vamos tan sobrados de adrenalina que se nos hace
difícil parar. Por eso a veces nos lesionamos: estar parados por culpa de un
esguince o una rotura nos produce una sensación difícil de manejar, tanto
física como mentalmente.
Una vez en el dique seco es importantísimo detenernos,
analizar y aceptar la situación presente, ya que es muy normal que
experimentemos ese sentimiento de fracaso, desconfianza, aislamiento, rabia y
frustración.
Por ello, para recuperar nuestro físico, es imperativo
apoyarse en los consejos médicos de profesionales hasta una completa
recuperación.
Pero, ¿Qué pasa con el tema mental? ¿Esa “cháchara interna” no
para en esas situaciones?
Veámoslo en un caso práctico: un corredor de montaña en una
prueba exigente, se tuerce el tobillo, cae, y apoya la mano fracturándose la
muñeca. Puede pensar: “La muñeca no me
hace falta para correr, voy a seguir”. Pero el miedo a caerse de nuevo le
corroe. ¿Qué hacer?
1. Acepta el miedo: no hay que huir de esta emoción mediante
la negación o volviendo a entrenar inmediatamente. NO. La caída es un antes y
un después. Es importante conectar con esos sentimientos de rabia, tristeza,
frustración e incluso de culpabilidad. Al hacerlo respetas esas emociones. No
desaparecerán, pero tendrán menos intensidad.
Se
trata de convivir con esas emociones.
2.
Enfréntate a tu realidad paso a paso:
A. Trabajo con los profesionales de la salud: médicos y fisioterapias son tus
mejores amigos en este proceso.
B. Entrenador personal: en el trascurso de la recuperación puede que haya otros ejercicios
posibles para poder trabajar, como reforzar los puntos débiles causantes de la
caída. Este punto es muy importante para empezar a trabajar la autoconfianza y
autoeficacia. Dentro del proceso sí hay cosas que podemos controlar.
C. Momento de volver a la montaña: proceso de menos a
más, es decir:
-Empieza andando, por sensaciones. Podemos encontrarnos con
diversos sentimientos: alivio, libertad por estar otra vez en contacto con la naturaleza,
energía, y alegría. A la vez, observas que estás vigilando cada movimiento,
cada piedrecita. Es así, el miedo es tu acompañante, pero puede ayudarte en vez
de atenazarte.
-A medida que pasa los ¿días? ¿semanas?, puede que notes la
necesidad de hacer un caco (caminar-correr) ¡Adelante, a por ello!
- ¡En este proceso, atentos a tu diálogo interior! Utiliza
una conversación que te ayude a superar cada paso: algunos se hablan,
describiendo cada paso y concentrándose así en el momento presente. Otros,
necesitan tararearse una canción para relajarse.
Lo que funcione para ti.
-Empezamos a trotar por
la montaña:
¡Subidón, subidón! Antes y durante este paso, recomiendo el trabajo de
visualización: viéndote correr, disfrutar de la montaña, fuerte, observando el
terreno, recréate en todas las sensaciones de forma que te empodere. La mente
no distingue entre realidad y ficción, o sea que engañémosla con estas técnicas
tan asequibles ya que nos ayudarán a recrear lo imaginado. Todo suma.
-Importantísimo realizar estos pasos acompañados de
la respiración abdominal,
diafragmática o lo que te sirva en ese momento. Cuando respiramos conscientemente,
le decimos a nuestro cuerpo y a mente, que se tranquilice, que “aquí mando yo”.
-Subimos de nivel de
dificultad: seguimos
con la visualización, seguimos con un diálogo interior que empodere, seguimos
con los ejercicios de fortalecimiento, seguimos enfrentándonos a nuestros miedos en otros terrenos más
exigentes, con pendiente. A tu ritmo,
sin reloj, sólo tú y la montaña. ¡Recuerda
por qué haces lo que haces! ¡Vívelo, siéntelo! Acalla tu cháchara negativa, dile
que no te impida disfrutar.
-¿Qué pasa si me
bloqueo en el
proceso? Significa que aún no estás preparado, y no pasa nada. Respeta tus tiempos.
Sigue en el punto que te estancas hasta que sientas el tope de hastío. ¡A por
el siguiente paso!
El quid de la cuestión es ir enfrentándote a los miedos, paso
a paso. Será incómodo de vez en cuando, pero así es el proceso. Busca esas
sensaciones positivas que te han llevado a ser corredor de montaña,
¡reencuentra a tu pasión!
Hazlo con miedo.
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