El
anclaje: el juego interior
Para entender este artículo es necesario que os hayáis leído el
artículo anterior: “A palabras necias, oídos sordos”.
En este artículo quiero darle protagonismo a nuestras
EMOCIONES con una técnica de programación neurolingüística que nos permite
conectar con el estado emocional deseado para afrontar una situación.
Generalmente, todas nosotros estamos expuestos a anclajes
emocionales: el aroma del perfume de tu primer novio, una canción que te
recuerda tu adolescencia, un plato que hacía la abuela... También hay anclajes negativos: la primera
borrachera con tequila: el simple hecho de olerlo te da náuseas. Soy consciente que tratamos de deporte, pero quiero transmitir lo potentes que pueden ser ciertos
anclajes.
El origen de los estudios y de la importancia de los anclajes
se remonta a Ivan P. Pavlov, psicólogo y fisiólogo ruso ganador del Novel de
medicina en 1904. Los anclajes para Pavlov eran la asociación de un estímulo
(una campanilla) a una respuesta fisiológica (salivación). Esto se producía por
la asociación conductual llamado reflejo condicionado.
¿Y si te digo que podemos crear anclajes para tener buenos
estados emocionales? Es decir, se puede conseguir que al ver
el estímulo (tus zapatillas de deporte), reaccionemos con un “Ostras, carrera,
¡que guay!” en vez de con un “Oh, no, las malditas series otra vez…”
¿Os crea curiosidad? Os describo los pasos a seguir a partir
de una experiencia que tuve hace años:
1. Elige una situación en la
que hayas experimentado el sentimiento que quieres anclar. El sentimiento que quería anclar
era la confianza, la creencia de que “puedo hacerlo”, y que “soy más fuerte de
lo que creo”, y la situación que quiero anclar es una travesía que hice hace
años.
2. Revive esa situación: era agosto y fue una prueba a
contra reloj, con los nadadores saliendo de minuto en minuto. Empecé “rara”, no
sentía el agua, pero de repente me enganché a unos pies (táctica que por
aquella época no tenía muy entrenada), pero me acuerdo que algo en mi interior
me dijo: “a por esos pies, ¡que no se te escapen!” Me espabilé, la espalda ¨se
me abrió¨, mis brazos empezaron a agarrar el agua y en lo único que me
concentré fue en perseguir esas burbujitas. Intenté ayudar haciendo relevos, ya que es lo
que se hace entre compañeros, pero esa persona iba demasiado rápida, no podía.
Lo único que podía era aguantarle los pies. En el trascurso, fluía. Era una
sensación de puro concentración en la técnica, en mi cuerpo, en esos pies, en
la respiración y en mis palabras. Nunca olvidaré esa sensación. Me encontraba
fuerte, ahogada pero fuerte.
3. Intensifica las imágenes
dándoles más fuerza: recuerdo
saborear el mar, observar la isla a lo lejos, sentir los rayos de sol y seguir
esos pies sea como fuese. Me acuerdo de mi diálogo interior: “estás fuerte
Marisa, fuerte, fuerte”. Fueron las palabras que me salieron en ese momento. No
me percaté de las demás nadadores. Era como si, esa persona y yo fuésemos los
únicos. Fue una sensación indescriptible.
Lo que yo digo: ¡atención plena!
4. Cuando sientas que has llegado a ese pico alto de la emoción, ánclalo. Desde esa travesía, cuando me digo: “¡fuerte!”, sé muy bien qué quiere decir, qué sensación quiero sentir, y cómo me tengo que comportar. Hoy en día, esa palabra me acompaña cuando hago series en cualquier deporte que practico.
Hay otras maneras de anclar recuerdos, no sólo con “palabras clave”. Puedes anclar esa emoción con un gesto, tocando algún objeto o alguna parte de tu cuerpo, ancla con tu música favorita. Cualquier cosa que te ayude a revivir esas sensaciones.
5. Comprueba que funciona: la psicología, la PNL no es magia. La
base de todo es la práctica y la repetición, pero si encuentras esa EMOCIÓN que
deseas tener, reviviendo algún otro momento parecido, REVÍVELA, una y otra vez.
Ahora, hay un peligro: esta
técnica puede transformarse en supersticiones, en tics nerviosos, y en rutinas
insanas para mantenerse concentrado en el objetivo ¡Cuidado! Es una técnica de
doble filo.
Y, al fin y al cabo, la creencia en esta técnica también
tiene mucho que decir. Si te lo crees, pruébalo, no tienes nada que perder y
mucho que ganar. Si no te lo crees, olvídatelo, no fuerces, algo diferente hará
click en tu mente para conseguir tus propósitos.
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