”A palabras necias, oídos sordos”
Ya llevamos un mes del año y… ¿Qué tal van esos propósitos? Lo normal después de unas semanas es que esa motivación inicial haya disminuido. En este artículo os quiero exponer una de las razones por la que solemos volver a nuestros antiguos vicios y así empezar a tomar conciencia y mejorar.
Este esquema describe visualmente nuestros procesos de hacer y sentir:
Tomemos este esquema en nuestro día a día.
Voy es escoger el propósito de principio de años de “QUIERO HACER DEPORTE TRES VECES A LA SEMANA”. ¿Cómo se habla uno con esta meta?
Ejemplos:
- “Uff, necesito quitarme unos kilos de encima, esta vez sí o sí, que foca me he puesto en Navidades, que manera de comer, madre mía”.
- “Dicen que el deporte es sano. A ver si me muevo ya de una vez”.
- “Me encantaría parecerme a esa instagramer que hace fitness”.
Estos comentarios son VERÍDICOS. En algún momento de nuestras vidas nos decimos esto, con todas las consecuencias conductuales y emocionales (positivas y negativas) que conlleva. Si seguís mis artículos ya conoceréis lo que pienso del diálogo interior: es necesario más crítica constructiva y compasión hacia nosotros. Esto potenciaría nuestros actos y sentimientos.
Después de unos días o semanas trabajando en el propósito del nuevo año, ¿Cómo se suele hablar uno?
Antes del entrenamiento:
- “Estoy súper cansada, no sé si podré hacerlo al 100%”
- “Otra vez más de lo mismo, que pocas ganas”
- “Estoy súper estresada, tengo mil cosas en la cabeza, espero que pueda desconectar, pero no sé yo, ¿eh?”
Durante el entrenamiento:
- “Hoy no, ¿eh? No puedo”
- “Series! Odio las series, soy mala no, lo siguiente”
- “Tengo que recoger a mi hijo, ir hacer la compra, ordenar la casa, hacer la cena...”
Puede que uno haya superado el entrenamiento, ¿Pero vosotros creéis que con esta actitud se está potenciando el rendimiento y el disfrute del deporte?
Puede que no seamos muy conscientes de nuestra negatividad interna, pero está ahí. Si no la acallamos al final conseguirá lo que quiere: que le demos la razón y dejemos de entrenar.
Es un círculo vicioso, pero hay una buena noticia.
De igual manera que nosotros hemos creado la voz, podemos destruirla. Un primer paso sería tener muy claro que sentimos (“Me duele la pierna izquierda”). Lo segundo, que interpretación hacemos de lo que percibimos (“Eso es que me he lesionado otra vez, que inútil soy”).
Todo esto parece muy fácil al leerlo. A la hora de la verdad este proceso se realiza en milésimas de segundo, durante todos los días, de forma muy repetitiva y con alta carga emocional.
Dicho esto, intuiréis cómo podríamos empezar a desaprender y aprender nuevas maneras: repetición, repetición, repetición…
Pero claro, cambiar cómo verbalizamos lo que sentimos haciendo deporte es una cosa, pero no servirá para nada si no logra que nuestras emociones cambien a mejor. Cambiar nuestros mantras negativos es sólo el primer paso.
En el siguiente artículo describiré una manera sencilla de canalizar emociones deseadas a través del diálogo interior y la visualización, que es una técnica muy potente de la programación neurolingüística. Pero antes de llegar a ello, os reto a escucharos, a tomar conciencia de vuestras palabras y pensamientos y observad cómo os sentís.
Os espero en el siguiente artículo...
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