EL PODER DEL MARKETING DEPORTIVO
Hoy por hoy la práctica deportiva goza una importante
dimensión social: tiene una parte positiva, pues la actividad se relaciona con
una vida saludable y unos valores determinados.
La parte negativa quizás es que se están creando nuevas
necesidades de consumo y negocios no demasiado bienintencionados alrededor de
esta realidad. Este interés en los diferentes tipos de actividades deportivas
es aprovechado por los medios de comunicación, el gobierno y la industria para
garantizarse negocio nacional e internacional.
El mundo evoluciona a una velocidad abismal gracias al mundo
virtual y con ello el deporte se diversifica, haciéndose accesible a más gente.
Sin embargo, una vez dentro, y de manera inconsciente, nos
dejamos arrastrar para adquirir el último modelo de zapatillas que “te hará
volar” o el nuevo reloj Garmin que mide hasta las veces que pestañeas.
El poder del marketing ya no sólo repercute en el material
deportivo (ropa, zapatillas, tecnología, gafas…) sino también a nivel
competiciones: cada semana podrías apuntarte a una carrera, una travesía, una
marcha cicloturista o cualquier otro evento deportivo en tu provincia.
Seamos sinceros. Todos nos hemos dejado llevar por ésta
tendencia: hay miles de ofertas atractivas en el mercado y a todos nos ha
apetecido copiar al compañero del equipo que se ha comprado el último modelo de
gafas súper molonas.
Nuestra pasión al deporte, de mejorar el rendimiento y de
batir nuestros tiempos es un elemento que el marketing conoce muy bien. Que nos
dejemos llevar de vez en cuando no es bueno ni malo.
Sin embargo, ahora expongo el lago psicológico de este marketing deportivo: si nos dejamos llevar de manera descontrolada, podríamos caer en un círculo vicioso del consumismo: “necesito eso”.
Recordad los slogans que utilizan: “Lo necesitas para mejorar tu rendimiento, serás más rápido, te
sentirás bien con tu aspecto, conseguirás asombrar a tus compañeros…”
Aquí lo que están jugando es con nuestra valía, nuestra confianza,
e incluso con nuestros valores y principios. Utilizan nuestras emociones y en,
momentos de bajón, consiguen que nuestra impulsividad nos ciegue, haciéndonos
que nos compremos el último electroestimulador muscular que no vamos a usar en
la vida.
Si, el mundo externo nos influye, pero somos nosotros los que decidimos. Por ello es muy importante hacerse unas preguntas antes de comprar cualquier artículo deportivo o inscribirse en la siguiente competición:
¿Lo necesito?
-No,
realmente no lo necesito (punto y final, ahí se queda)
-Sí,
es un elemento que necesito para la práctica del deporte. Adelante,
aunque….mucho cuidado si no es una justificación de nuestra mente….Atento!
-No, pero sí: ok, puede ser un capricho y con esta respuesta viene otra pregunta. ¿Lo necesitas ahora o podría esperar? A veces, como ya he escrito en unas líneas atrás, compramos por impulsividad, por emoción para llenar vacíos. ¿Qué tal esperar un día a ver si el sentimiento sigue siendo el mismo o si ha cambiado? Y ya, después decides.
Autocontrol
Vienen épocas especiales y por
ello podría ser normal algún gasto inusual para sorprender a tus seres
queridos.
Repito, no hay nada bueno ni malo
en esto. Simplemente cuestiona tus pensamientos, si tus necesidades vienen
desde la carencia, desde la manipulación del marketing, o si son un capricho
que quieras darte porque sí.
Quizás incluso sean épocas para
inculcar otro tipo de valores que no sean el consumismo sino regalar tu tiempo,
preparando y organizando juntos el menú de Noche Buena, pasear por la montaña o
de regalar alguna cosa hecha por ti.
No siempre hay que derrochar
dinero para hacer felices a los demás o a nosotros mismos.
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