Hoy la montaña y todos los que amamos esta práctica estamos de luto. Un sentimiento de tristeza nos invade ante la perdida de Tolo Calafat (40 años), ahora descansa para siempre en el Annapurna. A 7.700 metros de altitud, en el mismo lugar en el que, en la madrugada del miércoles, las fuerzas le abandonaron tras 24 horas de esfuerzo continuado para hollar la cumbre. El sitio en el que durante casi dos días se ha ido consumiendo poco a poco mientras aguardaba un rescate que nunca llegó.
Es triste ver como en las grandes expediciones, rodeadas de una gran infraestructura, cientos de euros y muchos intereses publicitarios, prima la consecución de los propios objetivos, mirando hacia otro lado cuando alguien nos tiende la mano pidiendo ayuda.
No puedo más que dar mi pésame a la familia y recordarles que Tolo ha muerto haciendo lo que el quería, la actividad que amaba. Todos sabemos el riesgo que corremos cuando salimos a la montaña pero el amor por la naturaleza, por la superación, por conseguir los objetivos es más fuerte que cualquier riesgo que pueda interponerse.
Ahora es el momento de reflexionar sobre lo sucedido y creo que ha llegado la hora de dejar de pensar en nosotros mismos levantar la vista del suelo y pensar aunque sea un poquito en el prójimo.
Descanse en Paz.
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